domingo, 26 de septiembre de 2010

pErdIdAs, pErO EncAUzAdAs

Voy con mi amiga P por la carretera. Ella conduce un C3 verde heredado de su abuelo. Yo intento encontrar el camino más corto a ninguna parte. Creo que las dos estamos igual de perdidas, pero en la ruta correcta. El primer paso es darte cuenta de que te has perdido para poder dar marcha atrás o empezar de cero.
Hace algo menos de un año P estaba a punto de dejar su puesto de trabajo en el periódico donde nos conocimos. Estaba convencida. Yo admiraba su decisión. Se la veía tan segura... Deseaba hacer lo mismo, pero había demasiados factores que me frenaban.
El tiempo había pasado casi sin darnos cuenta, pero seguíamos siendo las mismas. Eso sí, más fuertes. Mi amiga había conseguido quitarse su lastre de encima, al menos hasta esa tarde, cuando la llamó varias veces en nuestra breve visita al pueblecito donde terminamos fotografiando farolas, nombres de calles y esquinas ruinosas porque era lo único digno de inmortalizar. "Llámame otro día", dijo P, sin vacilar. Y yo me sentí orgullosa. Era la misma en esencia, sí, pero había cambiado. Ahora era dueña de sí misma.
Y también hace menos de un año, yo acababa de volver de París. De vuelta en el avión leí un artículo que decía que cuando vuelas a otro país, nunca regresas siendo la misma persona. Realmente creo que aquella experiencia marcó un antes y un después en mi trayectoria. Tras ese viaje yo me perdí o tal vez sería más correcto decir que me abandoné.
Después vinieron otros destinos que me fueron marcando: Lanzarote, Milán, Nueva York, Córdoba, Burgos, Taormina... Distintas paradas que fueron rizando el rizo. Después Gijón, Gandía, Cádiz y por último, Málaga. Y en cada rincón fui dejando una parte de mí, hasta que finalmente toqué fondo.
Creo que a veces es necesario hacerlo. Me refiero a llegar a la última estación para darte cuenta de que todo lo que habías hecho hasta ahora estaba mal encaminado. Era el momento de deshacer la ruta, de ponerlo todo en orden y volver a empezar.
Iba pensando en estas cosas mientras escuchaba cantar a Paula un tema de Tiziano Ferro. Supongo que una parte de ella deseaba atender esas llamadas. Nadie es de piedra. Sin embargo se la veía bien, en paz consigo misma.
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Camino a casa, recibo una llamada. Es Edu. Después de un rato, le digo que le noto triste. Hace sólo un mes me pedía consejo sobre su futuro. Tenía una oferta de trabajo que deseaba rechazar, pero sabía que era buena para su carrera. En su día le dije que aceptase porque siempre hay tiempo para decir que no, pero no para decir sí. Si no era el trabajo de sus sueños, siempre podría dejarlo. "Me están cortando las alas", me dijo. Y yo pensé que justo el día anterior había utilizado la misma expresión para explicar cómo me sentía. "Pues entonces vuela allá donde te dejen ser tú mismo".
Estaba dando consejos que yo no me estaba aplicando. No podía evitar recordar aquella escena de 'Desayuno con diamantes' en la que Paul le dice a Holly que ella misma se está metiendo en una jaula. Comprendí que a ninguno nos gusta que nos digan cómo tenemos que ser o cómo debemos comportarnos. Que si alguien te da una orden tú eres quien decide si vas a obedecer como un perrito fiel o tienes las suficientes agallas como para hacerle frente y decirle que tú eres tú y eres lo que más quieres, porque nadie te va a querer tanto como tú mismo.
Si te dicen "ahí te quedas", puedes decidir si quieres quedarte esperando o seguir avanzando tu propio camino. Si alguien pierde los papeles contigo, entonces tú escoges si quieres permanecer a su lado o emprender una nueva ruta. Frases como "eres una inconsciente", "me pones de los nervios" o "no puedo confiar en ti (porque no has hecho lo que yo quería)" son más que significativas y un "ya se me ha pasado" o "estaba enfadado" no justifica nada. Al menos no para mí.
Al igual que P o Edu, yo tenía la opción de elegir y lo tenía claro. No estaba dispuesta a salirme de nuevo de mi ruta. Mi destino estaba claro:  elegí a mí misma.

3 comentarios:

  1. Y elegiste bien. Toda le gente que te quiere apoyará tus decisiones y al resto... en fin, de vez en cuando es necesario hacer limpieza kármica. Te seguiré en tu nuevo blog, buscaré el antiguo. Un abrazo.

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  2. Quién sabe, Paula, cualquier día me reencarno en hormiga para hacer esa limpieza kármica. Gracias por seguirme ;) Un besito.

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  3. Tú y yo sabemos, porque lo hemos hablado, que ha llegado el momento de decidir, de hacer las cosas que siempre hemos querido y no hemos hecho por miedo o por conformismo. Que es hora de romper con todo aquello que no te hace feliz y encauzar toda esa energía que tienes hacia la persecución de tus sueños. Te lo mereces todo, has acumulado buen karma durante mucho tiempo y jamás te reencarnarías en una hormiga, sí en un perro o en un gato, que parece ser el eslabón más alto de la cadena. Muchas gracias por estar ahí y por hablarme un día estúpido en una redacción estúpida llena de gente idiota (en su mayoría).

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